El desarrollo de Internet y la introducción de nuevas tecnologías digitales son sin duda el motor principal de la transformación económica y social de nuestra época. En mayor o menor medida, la mayoría de las empresas exploran activamente la adopción de nuevas tecnologías digitales para mejorar su competitividad. Y esto se produce con independencia de su edad, tamaño y sector de actividad.
Pero la adopción de estas tecnologías no siempre produce beneficio alguno. Los resultados son muy variables; desde fracasos sonados en los que la tecnología no ayuda a generar ingresos, pasando por cambios más o menos estéticos que no tienen un impacto real en la mejora del negocio, hasta los grandes éxitos empresariales, tan espectaculares a veces que implican una disrupción literal de sectores económicos establecidos transformándolos en algo nuevo y diferente. Sin ir más lejos, que se lo cuenten al sector del taxi, a la prensa, a las agencias de viajes, al comercio minorista, o al de los hoteles, entre muchos otros.
¿La transformación digital produce exceso de «ruido», o necesitamos poner más atención y foco?
No se discute que la consecuencia natural de esta realidad sobre el mundo del trabajo es que nuestro día a día es cada vez más complejo, y más demandante. La introducción de la transformación digital sumada a otros factores externos implica retos para la competitividad de la empresa impensables hasta no hace mucho, y esto se traduce en modelos organizativos cada vez más complejos y sofisticados para poder dar respuestas efectivas.
Los ciclos de gestión y los tiempos de respuesta son cada vez más reducidos, se dispone de mucha más información que no siempre somos capaces de procesar, y tiene más valor la capacidad de entregar de resultados y respuestas al mercado, aunque no sean los mejores, que la perfección en los mismos.
Entonces, ¿es apta la transformación digital para mi empresa?
¿Cómo nos aseguramos de no perder la perspectiva y contribuir con eficacia a la transformación digital?
-
La tecnología y la organización del trabajo, que influyen sobre el diseño de los puestos de trabajo, las interdependencias existentes entre ellos, las habilidades necesarias para desempeñar los trabajos, y la capacidad de las personas para controlar el resultado de su trabajo, entre otras cosas.
-
La estrategia del negocio, que se sustenta sobre sus capacidades distintivas y los elementos que diferencian a la empresa de sus competidores, como por ejemplo el servicio al cliente o la velocidad en la ejecución. Aquí también se incluyen los medios para mantener su ventaja competitiva en el tiempo.
-
El entorno en el que la empresa se desarrolla, considerando las vertientes política, regulatoria, económica, social y cultural, y de mercado.
-
La fuerza laboral de la empresa, considerando aspectos tales como el nivel de cualificación, la diversidad desde todos los puntos de vista, y sus expectativas con respecto a la organización.
-
La cultura de la empresa, considerando los valores en los que se sustenta, la integridad con respecto a dichos valores, el estilo de liderazgo, y la propuesta de valor para sus empleados.
Aunque el modelo es previo a la llegada de las tecnologías digitales, sigue siendo plenamente vigente en la medida en que reconoce el papel que tiene la tecnología en la estrategia, la organización y la gestión.
El análisis del impacto de cualquier tecnología digital introducida en la empresa sobre la base de estos cinco factores nos ayudará a asegurar la adecuación de la estrategia y el modelo de gestión de recursos humanos, y a proponer intervenciones para la gestión del talento alineadas y consistentes.
¿Y tú qué opinas? ¿Hasta qué punto piensas que tu organización está en un proceso de transformación digital, o a punto de iniciarlo? ¿Cuáles son, o pueden ser, las consecuencias prácticas de esta transformación en vuestra organización, el trabajo de las personas, y la gestión del talento?